Era periodista, se radicó en Miami por amor y se reinventó con un nuevo trabajo

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Lucía Groppa (38) nunca imaginó que se radicaría en Miami, Estados Unidos. Su vida en Argentina era firme: nació en La Plata y, al terminar el Colegio, se mudó a la capital junto a su mamá y hermana. Mientras estudiaba Comunicación en la UADE trabajó en varios roles, entre ellos prensa y producción de TV, aunque su motivación era escribir. Durante unos años hizo una revista de una empresa de cosméticos y escribió free lance para revistas lifestyle hasta que consiguió entrar en Cosmopolitan, una de las revistas femeninas más reconocidas de Argentina. Allí estuvo casi nueve años como redactora y editora.

El 2014 fue el año que lo cambió todo. Miami fue el destino elegido para reencontrarse con su hermana –quien vive allí junto con su familia- y con su mamá –quien vive en España- y, aunque ella no lo sabía aún, era el destino en donde encontraría al amor de su vida. Juan, un compañero de trabajo de su cuñado, la invitó a salir y pegaron onda de forma instantánea. Él viajó a verla en Argentina, luego ella pasó sus vacaciones en Miami en la casa de él. Fueron novios a la distancia durante varios meses, se reencontraron en Brasil y también en Europa. El amor fue el puntapié para tomar la gran decisión de ir a vivir a Estados Unidos y apostar a un nuevo estilo de vida.

Era periodista, viajó a Miami por amor y se reinventó con un nuevo trabajo
Lucía con su hermana en Miami.

En esta entrevista con Vivir Afuera, Lucía nos confiesa su incertidumbre inicial antes de dejar el país, nos comenta los trámites que tuvo que realizar para ingresar a Estados Unidos y cómo se reinventó con una nueva carrera profesional, entre otras cosas. Al finalizar la nota, nos brinda información clave sobre algunos aspectos del costo de vida en Miami.

-¿Tuviste dudas al tomar la decisión de irte de Argentina? ¿Qué cosas tuviste que dejar acá?

La decisión de venir fue difícil, me tomó tiempo procesarla. Sabía que quería estar con él, me gustaba la idea de vivir en otro país -más aún en la ciudad de Miami- y me encantaba la idea de volver a tener a mi hermana y a mis sobrinos cerca. Pero eso implicaba dejar mi casa del Bajo de San Isidro que tanto me gustaba, mi trabajo en Cosmo, mis amigas y, lo más difícil de todo, a mi papá.

Dejar el país de uno no es fácil, hay que atravesar el dolor del desarraigo en algún momento, quizás al principio, quizás años después, pero se atraviesa. En mi caso fue al principio, porque yo no me fui de Argentina porque no me gustaba mi país o porque estaba harta, me fui porque me enamoré y decidí hacer mi vida al lado de Juan –hoy mi marido- que estaba acá. Él es colombiano, pero nació en Miami y es ciudadano. A sus 18 años se radicó en Estados Unidos para estudiar, se quedó y tiene una vida súper establecida. Todo ese camino que él había transitado a mí me simplificó muchas cosas. No solo porque conoce mucho la ciudad, la gente y la dinámica del lugar, sino también para todos los trámites que tuve que hacer para residir y trabajar legalmente.

-En este sentido, ¿cómo fueron los trámites que tuviste que hacer?

-Nosotros primero nos casamos en la Corte para que yo pudiera empezar los trámites de la residencia (o Greencard). Me tomó varias semanas completar todos los formularios, los hice sola con la ayuda de tutoriales de Youtube y mucha búsqueda en Google. Luego de entregarlos hay que esperar, primero llega el permiso de trabajo y meses más tarde la residencia.

A la entrevista tuve que ir con mi marido. Acá te entrevistan para comprobar que todo lo que pusiste en las planillas es verdad y que el matrimonio es auténtico (hay una industria de matrimonios falsos para conseguir la residencia). Pero a nosotros se nos nota a la legua, nuestro matrimonio es demasiado real, jaja. Después de unos meses de casados por civil hicimos la ceremonia religiosa en la iglesia y la fiesta, con familia y amigos íntimos, en la casa de mi cuñada sobre el canal en Key Biscayne. La boda fue soñada e inolvidable.

El casamiento de Lucía con su marido en Key Biscayne, Miami.

-¿Qué fue lo que menos te costó en la adaptación inicial en Miami? ¿Cómo te manejaste con el idioma?

-En cuanto a adaptarme a la ciudad, fue fácil porque Miami es espectacular. Se habla en español en todos lados, hay mucha gente de Latinoamérica -especialmente cubanos, colombianos, venezolanos, boricuas, nicaragüenses, argentinos, chilenos, de todo- pero los negocios se hacen en inglés, así que lo uso mucho. Por suerte había estudiado desde chica, pero acá lo fui mejorando e incorporando el léxico cotidiano.

-¿Qué otras cosas te gustan de vivir en Miami?

El clima es fantástico para mí que amo el verano, aunque de junio a septiembre es un sauna. De octubre a mayo es el mejor clima del mundo. En “invierno” puede haber un par de días de 15 grados, y ese es todo el frío que pasamos.

Me gusta vivir en una ciudad que tiene vida urbana y también tiene ambiente vacacional. Tener playa es de lo que más me gusta, si bien no voy todo el tiempo, sé que está ahí y la disfruto bastante. A veces nos tomamos un fin de semana y vamos a alguna playa cerca, hacemos staycation, como se dice en inglés. También hay muchas cosas para hacer al aire libre y eso se disfruta todo el año. Yo hago paddle boarding, salgo a correr, a veces a caminar, a veces salimos en lancha.

Por otro lado, la seguridad que me da poder caminar tranquila por la calle de noche es impagable. En Argentina sufría mucho por eso, vivía con miedo. Y aún sufro por mis seres queridos que están allá. Más allá de todo lo político y lo económico -que en Argentina creo que no tiene remedio-, es la inseguridad lo que más me preocupa.

Yo ya hice de Miami mi casa, me costaría mucho volver a Argentina o irme a otro país.

-¿Y en qué aspectos te costó más adaptarte?

-Una de las cosas que más me costó fue el sistema de salud. En USA es carísimo y el trato médico-paciente no es como en Argentina. Me chocó mucho y me sigue costando.

Por otro lado, creo que lo más difícil de todo tuvo que ver con mi profesión. Yo llegué a principio de 2016, venía de trabajar en una revista de papel durante varios años. Si bien las redes sociales ya habían cobrado fuerza, las editoriales tradicionales aún eran fuertes, pero cuando llegué a Miami no había mucho de eso para mí. Lo que había de comunicación no encajaba mucho con mi experiencia, por ende, no me llamaban para ninguna entrevista. Traté de reformular un poco mi CV para ganarle a los algoritmos de las búsquedas de Recursos Humanos, pero nada me cerraba mucho. Y la verdad es que necesitaba trabajar.

-¿Cómo resolviste entonces el tema laboral? 

-Una amiga me dijo que sacara la licencia de Real Estate y empezara a trabajar con ella. Siempre me había gustado la idea de trabajar en ese rubro, incluso cuando vivía en Argentina. Conocía varias personas con inmobiliarias y su trabajo me parecía de los más entretenido.

Hice un curso de un mes, pasé el primer examen y luego el examen del Estado. Y enseguida arranqué a trabajar, apenas tuve mi permiso de trabajo en el 2017. Tuve mucho que aprender, pero lo hice rápido. Me gusta lo que hago, y a veces trato de conectarlo con el periodismo. Hago un blog en mi web. Escribo sobre Miami, el mercado, las tendencias de la ciudad, los barrios, noticias sobre el mercado, etc.

En el 2019 Lucía recibió un reconocimiento por su trabajo.

-Muy interesante cómo encontraste una nueva faceta laboral, te reinventaste pero aún así pudiste vincular tu nuevo trabajo con tus raíces de periodista. En otro orden de las cosas, ¿de qué manera afectó el coronavirus a nivel personal y laboral?

-La pandemia me afectó mucho por no poder viajar a ver a mi mamá en España y a mi papá, amigas y al resto de mi familia en Argentina. Eso fue lo peor. Acá en Miami fue bastante relajado todo. Siempre pudimos salir y circular, y si bien al principio habían cerrado los restaurantes, luego reabrieron y todo volvió a una cierta normalidad (con barbijos todos, eso sí, pero la distancia no se respeta mucho).

En cuanto a mi trabajo, al principio de 2020 se frenó pero luego explotó como nunca, porque muchísima gente de otros estados se está mudando al sur de la Florida. Como pueden trabajar de forma remota, eligen un lugar que les guste, que tenga mejor clima y se paguen menos impuestos que en otros estados como NY o California.

Como trabajo para un Broker pero soy independiente, a veces voy a la oficina pero trabajo mucho desde casa o en la calle recorriendo las propiedades que vendo. En ese sentido, a mí no me afectó mucho la pandemia (no es que pasé de ir todos los días de 9 a 18 a una oficina a estar en casa). No tengo horario, ni fin de semana, ni feriado. Cuando tengo clientes que quieren ver casas, ahí estoy. Y recibo llamados y mensajes 24/7.

-¿Qué recomendaciones podrías darle a quienes estén considerando irse a vivir a Estados Unidos?

-Mi consejo para alguien que quiera venir a USA: únicamente de forma legal. Es muy difícil, porque hay que obtener una visa. Puede ser de inversión, de talento, o que te contraten para trabajar. Lo mío fue un caso particular, porque me enamoré y obtuve la residencia por matrimonio. Y aún así tuve que hacer miles de trámites, y me falta el de la ciudadanía.

Si alguien quiere venir a vivir a USA tiene que saber que es caro y hay que hacer muchos trámites, pero si tiene un emprendimiento o trabaja duro le va a ir bien, va a tener oportunidades. Hay crédito, hay facilidades.

¿Cómo es vivir en Miami?

Photo by Ryan Parker on Unsplash

Lucía nos comenta cómo es vivir en esta ciudad estadounidense y nos aporta datos interesantes sobre el estilo de vida: “Vivir en Miami no es barato, hay otras ciudades de USA que quizás son menos caras y hay otras mucho más caras, pero uno tiene que vivir donde tenga trabajo”, opina.  

  • Alquiler: “Un alquiler de un departamento de dos cuartos y dos baños en una zona como puede ser Brickell, Downtown, Midtown arranca en los $2.600 dólares. Hay muchas zonas y cada una tiene sus precios”.
  • Sueldo: “Una pareja sin hijos para vivir bien tienen que ganar como mínimo unos $5.000 dólares”.
  • Servicios: “Los servicios son caros. Una señora que hace limpieza no cobra menos de $80 dólares cada vez que viene. Los plomeros, electricistas y los que vienen a reparar cosas también son caros, aquí se requiere licencia para ejercer esos oficios. Si vivís en un edificio, la oficina administrativa les exige un seguro para ingresar a la unidad a trabajar”.
  • Comer afuera: “Salir a comer es bastante caro, pero hay opciones para todo el mundo. Y en Miami, sobre todo, hay restaurantes de todas las nacionalidades. En un restaurante barato se puede comer algo por $20 dólares por persona, pero también tenés otros que no bajan de los $70 dólares por persona”.
  • Transporte: “Acá todo el mundo tiene auto y se usa mucho Uber. Hay un tren que llega al aeropuerto y al sur de Miami y un Metro mover gratuito en Brickell y el Downtown. Pero la gente se maneja mucho en auto porque es muy accesible tener uno”.
Autor

Jesica Rychter

Soy Licenciada en Ciencias de la Comunicación y periodista. Viajar y conocer nuevos destinos siempre fue mi motivación. Los atardeceres y los paisajes son mis postales preferidas.

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