¿Te imaginás cómo era trabajar en Quito antes del boom de las redes sociales? La historia de Soledad tiene raíces en Argentina pero sus ramas recorren el mundo. Aunque hoy tiene 39 años y es licenciada en Administración de empresas, en el año 2007 hacía pocos años que se había recibido. En ese momento, Soledad tuvo la oportunidad de trabajar en Quito, Ecuador, por ocho meses.
Seguí leyendo para conocer la aventura de Soledad en la capital de Ecuador.
¿Cómo surgió la oportunidad de trabajar en Quito, Ecuador?
En el año 2007 tuve la posibilidad de vivir y trabajar en Quito, la capital de Ecuador, durante 8 meses. Tenía 25 años, y a decir verdad, la oportunidad surgió sin que la busque demasiado. Unos meses atrás, estaba trabajando de administrativa en un hospital. Un día me llamaron de una consultora bastante grande con una oferta laboral y tomé el empleo. Yo conocía a la empresa y sabía que, cada tanto, tenían puestos para trabajar en otros países. Igualmente, no sabía con certeza si me podía tocar, tampoco sabía demasiado en qué consistían estas oportunidades ni las buscaba en particular.
La empresa tenía proyectos en toda Latinoamérica. Un día, a solo tres meses de mi ingreso a la compañía, surgió un proyecto en particular para el que necesitaban alguien que emigrara a Ecuador y pudiera trabajar en Quito. Yo estaba disponible y dije que sí, a full.
¿Cómo fue el proceso desde Argentina hasta vivir y trabajar en Quito?
Uno de los mejores beneficios de viajar con trabajo es que la empresa se encargó de todo. Había una asistente que te ayudaba a hacer todos los trámites. Yo ya tenía mi pasaporte y no tuve que hacer más que ponerme la vacuna de la fiebre amarilla. El contrato era por dos años pero me volví antes, a los ocho meses, por un problema de salud.
Se viajaba muy fácil. Me pasaba a buscar un taxi contratado por la empresa cuando llegaba al aeropuerto. Todo estaba resuelto. Como el proyecto en el que iba a trabajar ya estaba activo, yo ingresé a reemplazar a otra colega y el circuito estaba perfectamente armado. Éramos cuatro argentinas y un ecuatoriano en el equipo.
Siempre cuento que no sé ni cómo me fui. No sabía ni quién me iba a buscar al aeropuerto. Me mandé y me podría haber pasado cualquier cosa, confié en la empresa que había entrado solo hacía tres meses. Todos me decían que estaba re loca y ahora que soy más grande entiendo de dónde venían esos comentarios. Trabajar en Quito era una aventura que, por suerte, fue una hermosa experiencia.
En el 2007, Internet no era tan activo como ahora. No era tan sencillo googlear información sobre un lugar del que mucho no sabías. La falta de información hacía que el viaje fuera un poco incierto a pesar de estar todo resuelto por la empresa.
¿Cómo fue la experiencia de vivir en otro país?
Aunque ya había viajado al exterior, era la primera vez que estaba viviendo en otro país. Hubo cosas del día a día de vivir y trabajar en Quito que tuve que incorporar.
Aunque el idioma fuera español, aprender el dialecto también tuvo su dificultad. Una de las primeras cosas que aprendí es que los ecuatorianos dicen “cero” en lugar de “lapicera”. Cuando tomaba algún taxi tenía que firmar un ticket. Al principio, yo le pedía al taxista una lapicera y nunca me entendían… ¡Hasta que me enteré por qué!
De ese estilo, había muchas pequeñas costumbres culturales que tuve que conocer y aprender. Por ejemplo, el supermercado cerraba muy temprano y me tuve que acostumbrar a esos horarios. Yo salía tarde de la oficina y cuando llegaba ya había cerrado o estaba en eso así que intentaba ir una vez por semana y comprar suficientes alimentos como para no tener que volver a ir durante los días laborales. El ecuatoriano es muy servicial. En la caja del supermercado si o si te quieren ayudar a guardar tus compras.
¿Cómo era tu vida cotidiana al trabajar en Quito?
La empresa nos había preparado alojamiento en un hotel. Además de la parte común, con habitaciones para turistas y estadías cortas, el lugar tenía una sección especial con departamentos que fueron nuestro hogar durante esos meses. Aunque estábamos en otra parte del complejo, teníamos acceso a todas las amenities. Era genial, a pocos metros de nuestra casa teníamos gimnasio y pileta para acceder cuando quisiéramos. Aproveché un montón esos meses para ir a nadar después del trabajo.
Mi contrato (y el de la mayoría del equipo) era para trabajar durante cinco semanas en Ecuador y una en Argentina. Iba y venía todo el tiempo, así que no tuve la posibilidad de conocer lugares que queden más allá de las cercanías de Quito.
El beneficio de visitar Argentina seguido fue que siempre teníamos yerba para el mate. A veces, hasta mi jefe en Ecuador me pedía que le lleve algún corte de carne. También nos aseguramos de que no nos falte el fernet y otros productos argentinos que en Quito eran difíciles de encontrar o imposibles de acceder por el costo.
La gastronomía de Ecuador me fascinó. Los platos con mariscos y pescados son excelentes y aproveché a probar todos los que podía. En Quito empecé a comer sushi y probé ceviche, aunque este último no me gustó tanto. Como ya dije, los ecuatorianos son personas muy serviciales. Cuando salís a cenar te hacen sentir como un dios.
Yo soy muy golosa, me encanta todo lo que sea dulce. A diferencia de la Argentina, donde todo viene con mucha pastelera y dulce de leche, la panadería ecuatoriana es más clásica. Me costó bastante adaptarme a su nivel de baja azúcar en los postres.
La economía en Ecuador está dolarizada. Con mis compañeros de proyecto salíamos un montón a pasear, a cenar y a conocer la zona en general. Los que hacía ya más tiempo que estaban tenían amigos locales que también venían con nosotros a las salidas.
Al vivir y trabajar en Quito pude notar que el nivel de pobreza era muy grande y había una enorme brecha entre el salario y los costos. Yo cobraba mucho más que un ecuatoriano promedio que quizás hacia mi mismo trabajo, había una gran diferencia entre ricos y pobres. Se notaba muchísimo en la arquitectura, en las casas y en cómo eran las calles de la parte de Quito donde vivía la más alta sociedad en comparación a las partes donde vivían las poblaciones más carenciadas.
¿Qué cosas te sorprendieron de Quito en particular y de Ecuador en general?
Me sorprendió mucho el nivel cultural que había en las afueras de Quito. Era muy lindo y muy diverso, caminabas por la calle y veías en 3D las tradiciones que leías en el manual de la escuela. La cultura de Ecuador, más que nada fuera de la urbe metropolitana, mantiene muy presente sus costumbres y tradiciones. Era muy loco ver a las cholas, con su vestimenta típica, andando por el centro de los pueblos.
¿Qué lugares visitaste y conociste al trabajar en Quito?
Aunque estaba un poco limitada por los vuelos de ida y vuelta a la Argentina, pude conocer varios puntos de Ecuador. Visité Guayaquil, Cuenca y Montañita, que tiene una playa. Todos son muy lindos para conocer.
En general, no soy muy del turismo clásico, de ir a ver los puntos “imperdibles” de una ciudad o país. Dentro de Quito, recomendaría conocer los mercados y diría que antes de ir a los monumentos visiten un centro gastronómico que se encuentra en la parte baja de la ciudad. El casco viejo con la estructura tradicional también es un recorrido muy lindo para hacer.
Volver cada cinco semanas a Argentina hacía que (por suerte) no extrañara tanto a mi familia y amigos. Lo que sí me hacía falta era la cotidianidad del día a día con mis seres queridos. Hubiera sido diferente vivir en Ecuador hoy teniendo Whatsapp y todos los medios de comunicación con los que contamos.
¿Volverías a emigrar y trabajar en Quito?
Si estuviera en el 2007, con 25 años y otra vez se me presentara la oportunidad diría que sí sin dudarlo. Fue una hermosa experiencia y la disfruté muchísimo. Aún sabiendo lo bueno y lo malo, elegiría volver a vivirla.
Hoy por hoy, no volvería a emigrar más que por un tiempo determinado. Me gustaría conocer España, en otro viaje visité Bilbao y me pareció un lugar hermoso. Quisiera conocer las afueras españolas, pero no tengo como objetivo volver a emigrar. Lo dejo fluir y, si en algún momento surge, lo veré en ese momento.